CARIÑO... ¡HE PERDIDO AL NIÑO!

“Chenchoooo, Chenchoooo… “ La voz cascada de Pepe Isbert buscaba desesperada a su nieto perdido en la Plaza Mayor de Madrid... Esta una escena memorable de nuestro cine pero es también la pesadilla de cualquier madre o padre: una concurrida playa, un gran centro comercial, un mercado abarrotado y de repente… ¡el niño! ¿Dónde está el niño? En la mayoría de los casos son solo unos instantes pero el pánico es tan intenso, que resulta difícil de olvidar.

Aquí van algunas ideas y artilugios que nos pueden evitar el disgusto:

En muchas playas españolas, se reparten desde hace algunos años unos brazaletes que llevan inscrito con tinta indeleble el nombre y apellidos del niño, y un teléfono de contacto. Son similares a las que emplean los hoteles del “todo incluido”, es decir, imposibles de quitar si no se emplean unas tijeras.
Pero la tecnología nos brinda otras soluciones mucho más sofisticadas para tener a nuestros hijos controlados.

Las Childguard son unas pulseras con caritas de animales que se colocan en la muñeca del niño. El receptor se encuentra en un dispositivo similar al mando de un coche. Cuando ambos aparatos se distancian más de dos metros, emite unos pitidos de alerta. Se venden por unos 20 euros. Existen en el mercado otros modelos que permiten ampliar el radio de alerta hasta los 30 metros.

Si nuestro pequeño es de los que apenas empieza a andar ya se siente mayor, tal vez rechace la pulsera por ser demasiado infantil. Para ellos, puede resultar más útil el reloj Pikavu, que se comunica con el receptor a través de la red de telefonía móvil. El dispositivo envía una señal de alarma en el caso de que el niño pulse el botón, el reloj tenga batería baja o se esté fuera de la zona de seguridad configurada.

 Los dos modelos que hay en el mercado son resistentes al agua y a los golpes. La correa, con cierre de seguridad se presenta en varios colores. Tiene una autonomía de hasta 3 días.

Algo más sofisticado, el  Loc8tor Plus tiene la forma de un pequeño teléfono móvil. Recibe la señal de una pequeña etiqueta que se puede colocar en la ropa o en cualquier otra superficie. Actúa en dos modos: localización y alerta. Muy práctico, no sólo para advertir del alejamiento de los niños de la zona de seguridad, también para encontrar esos artículos que solemos perder: mandos a distancia, llaves… En estos casos, el dispositivo indicará el camino a seguir, ya sabéis el clásico juego de caliente-frío.

Una de las etiquetas incluye la función pánico: un botón que el pequeño podrá pulsar para pedir ayuda. La pantalla retroiluminada del localizador permite buscar en la oscuridad, con un alcance de hasta 180 metros. El kit, que incluye el receptor y tres etiquetas, se  vende por 156 euros.

Pero si hay algo que nos angustia y nos puede llegar a quitar el sueño, especialmente en verano, es el agua. De hecho el ahogamiento es la segunda causa de muerte por accidente entre los menores de 14 años. El Safety-Turtle es un brazalete con forma de tortuga que se abrocha en la muñeca del niño. Está fabricado con material plástico de alta resistencia y cierre de seguridad. 

Cuando esta pulsera entra en contacto con el agua, la estación base emite de inmediato una alarma de hasta 110 decibelios (la de los coches no supera los 70). 

Aquí podéis ver una demostración de cómo actúa la tortuga salvadora:

Pero el mejor método, el más barato, y el que casi nunca falla, es el de la atención: no bajar la guardia y poner los cinco sentidos en esa pequeña criatura capaz de convertir en apenas unos segundos nuestra apacible vida en una terrible pesadilla.