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TENGO EL SÍNDROME DE LA MALA MADRE

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El Universo de Martina: TENGO EL SÍNDROME DE LA MALA MADRE

19/7/11

TENGO EL SÍNDROME DE LA MALA MADRE

Cuándo mi hijo empezó a hablar... ¡en rumano!... nos dimos cuenta que había llegado el momento; necesita pasar más horas con alguno de los dos.. ¿Tú o yo?


Bueno, en realidad esta fue una pregunta que yo hice en alto para hacerme valer, él para...no lo sé con certeza...y los dos para cumplir con lo que debe ser una pareja de igual a igual, moderna, en la que cualquiera de los dos puede dedicarse al cuidado de los hijos y aparcar su carrera profesional.
Pero ambos sabíamos que era yo la que iba a renunciar.

Soy cirujana, tengo 39 años, mi profesión es exigente y demandante y a ella me dedicaba la mayor parte de mi tiempo antes de ser madre; ahora mi niño tiene 4 años, es para mí como para el resto de otros tantos padres, lo mejor que me ha pasado en la vida.
Un descubrimiento, un regalo, vamos... “lo que le da sentido a todo”. Esto no quiere decir que la vida de los que no tienen hijos no tenga sentido, o que la mía no lo tuviera hasta que no fui madre, ¿o sí?, no, creo que no.
Supongo que el sentido de la vida lo busca uno mismo en cada momento y supongo que es una frase hecha que traduce la importancia de la presencia de los hijos en nuestras vidas.

Pero claro, mi hijo va creciendo y ya que le hemos traído hasta aquí, hay que cuidar de él. Y me refiero a sus padres, no a la cuidadora, a los abuelos, a la guardería, esto solo debería ser un apoyo y aunque a veces las circunstancias económicas obligan a tirar de ellos más de lo deseable y no se puede hacer otra cosa, este no es mi caso, uno de los dos tiene que estar con él, que luego decimos: ¡que rarito nos ha salido el niño!
Hace unos años, antes de ser madre, vi en la televisión a una directiva de una empresa multinacional importante, decir que para ella no había supuesto ningún problema tener 6 hijos mientras viajaba por el mundo estando embarazada y pasaba hasta 2 meses sin verles y que esta era la única manera de ser competitiva, ocupar puestos de dirección y equipararnos a los hombres en materia laboral,

Entonces recuerdo que pensé: ¡ claro que sí hombre! ¿por qué no? Si ella quiere desarrollarse plenamente. En un país con una pésima política de protección social a la mujer trabajadora, esta es la única manera.
Ahora me acuerdo y me pregunto: ¿esta señora no tenía el síndrome de la mala madre? Si yo lo tengo de forma permanente, aunque le vea más que antes, lo mismo es que las dos somos muy patológicas, o quizás ella mentía un poquito o se autoconvencía con la mítica frase de “lo importante es la calidad no la cantidad”.
O a lo mejor es que yo nunca tengo bastante y me gustaría estar con él...¡hasta en el colegio!

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8 comentarios:

A las 19 de julio de 2011, 9:44 , Anonymous Rosa Fernández ha dicho...

Mi niño tiene siete meses y desde que me he incorporado al trabajo es que me paso el día con este terrible síndrome. Nunca estoy donde tengo que estar, y esto es agotador. Me pasé las primeras dos semanas llorando cada vez que salía de casa y le dejaba ahí, mirándome con cara (o eso pensaba yo) de "que mala eres que me dejas". Sinceramente, nos han engañado con esto de ser madre y trabajar. Puede que en Suecia sea posible conciliar las dos cosas, pero aquí, está acabando conmigo. Me encanta el blog, es muy interesante. Un saludo, Rosa.

 
A las 19 de julio de 2011, 17:56 , Anonymous Ana ha dicho...

Gracias Rosa, ves como hay otras madres sindrómicas por ahí?, se puede con todo, siempre se puede dar más y en el camino hay que tomárselo con mucho humor

 
A las 19 de julio de 2011, 21:57 , Anonymous Iciar ha dicho...

Me siento muy identificada con tu artículo. Soy madre de un niño de año y medio (y embarazada del segundo) y aunque me encanta mi trabajo, el sentimiento de "malamadre" hizo q redujera mi jornada laboral.
Una pena pero todavía no hay igualdad en las parejas aunque a veces pienso que también somos nosotras las responsables. Queremos abarcarlo todo? Y si les dejáramos a ellos? Somos también nosotras dependientes de nuestros hijos?
Acepto sugerencias...

 
A las 20 de julio de 2011, 17:26 , Anonymous Ana ha dicho...

Has dado en el clavo Iciar, queremos y necesitamos vivir su infancia y cuidarles personalmente, eso supone renunciar a ser competitivas, pero la decisión está clara no?

 
A las 20 de julio de 2011, 19:43 , Anonymous Anónimo ha dicho...

Aunque solo sea para animaros, tenéis todo mi apoyo. Soy un padre del 50% (No ayudo a mi pareja a cuidar a los mellizos sino que hago (al menos eso creo) el 50% de todo lo relativo a la casa). La solución no es que las mujeres se comporten como hombres si no que los hombres se comporten como mujeres en la implicación del cuidado de las fierecillas).

 
A las 21 de julio de 2011, 15:11 , Anonymous Ana ha dicho...

Si ayudas a tu pareja en las labores domésticas y además en esa proporción es fantástico,que suerte tiene tu chica! pero la realidad palpable, la de hoy día es otra, los niños necesitan a sus padres en casa y casi siempre son las mujeres las que terminan afrontando esta situación y aparcando su desarrollo profesional y la mayoría de las veces es porque queremos hacerlo no por obligación, es un tema de roles sociales.

 
A las 23 de julio de 2011, 0:00 , Anonymous Anónimo ha dicho...

bueno, no hay nada fácil en esta vida y todo tiene su precio ,sólo hay que saber que se está dispuesto a dejar por el camino para ocnseguir determindas cosas .... los hijos están muy bien, pero también hay vida a parte de ellos. LO DICE UNA MAMA DE 2 NIÑOS.Gracias

 
A las 29 de agosto de 2011, 13:43 , Blogger Javier Pérez Vicens ha dicho...

¡¡Hay que ver lo fácil que resulta sentirse culpables!! es como si nos hubieran programado desde el nacimiento para ese sentido de culpabilidad e intransigencia con uno mismo desde el primer capítulo de barrio sésamo.
Decía Ramón de Campoamor (1817-1901), en su archiconocida cuarteta: “En este mundo traidor, nada es verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con que se mira”. Cuanta sabiduría condensada en tan poco espacio, y en este caso se aplica a la visión de cualquier padre o madre, que independientemente de su rol, parece sentir un vacío insalvable a la hora de evaluar su labor con los hijos. Lo cierto es que no importa lo bien que se hagan las cosas, siempre se mete la pata en lo que menos se espera, y aún así la especie humana ha “dominado” el planeta.
En resumen, aunque no soy padre, (ya como huevos) –perdón por el chascarrillo –como decía, es propio de la naturaleza humana sentir que defrauda a aquellos a quienes más se quiere.
No nos preocupemos de estos síndromes, ¿o es que acaso no nos hemos sentido todos/as malos hermanos/as, pésimos amigos/as, terribles hijos/as y lamentables con nuestras parejas?
Así que disfrutemos de nuestras culpabilidades, nuestros defectos y debilidades sin complejos, siempre aprenderemos algo y lo podremos transmitir, a los amigos, los hermanos, los hijos…

 

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